Bloomberg: Trump entra a un laberinto mexicano y los consumidores en EEUU se llevarán la peor parte
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Columna de opinión de Anjani Trivedi y David Fickling:
Las cadenas de suministro globales se han vuelto complejas y laberínticas. Así que cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anuncia que aplicará aranceles a productos que cruzan la frontera con México hay mucho que analizar, pero una cosa es clara: los consumidores estadounidenses se llevarán la peor parte.
EE.UU. impondrá una cuota compensatoria de 5% a todos los productos importados desde México a partir del 10 de junio para abordar la "emergencia" de inmigración ilegal en la frontera sur, informó Trump el jueves por la noche en un comunicado de la Casa Blanca. Si la situación no mejora, el arancel subirá a 10% el 1 de julio y llegará a 25% el 1 de octubre.
Muchos productos y piezas cruzan la frontera México-EE.UU. en múltiples ocasiones. Eso magnificará el efecto de los aranceles. Cerca de US$53.000 millones del valor añadido en exportaciones mexicanas se origina en EE.UU., lo que equivale a más o menos un séptimo del valor total de los envíos mexicanos al exterior. Por otro lado, unos US$14.000 millones del valor agregado en exportaciones estadounidenses provienen de su vecino del sur.
Buena parte de eso se concentra en industrias de alto valor cercanas a la frontera. México da cuenta de alrededor de un cuarto de las exportaciones estadounidenses de maquinaria, artefactos electrónicos y plásticos y en torno a un quinto de su petróleo y automóviles.
Piense en los autos. Las piezas vienen de distintas partes del mundo, incluido EE.UU, antes de ser ensambladas en un vehículo. Un asiento y un cinturón de seguridad pueden venir de un proveedor mexicano, mientras que una válvula especial para aire acondicionado puede ser de origen chino y otros componentes de Alemania. Tales cadenas de suministro no solo han reducido los costos sino que también han elevado la calidad de los productos para los compradores de automóviles estadounidenses.
Más de 3 millones de vehículos y piezas relacionadas entran a EE.UU. desde México cada año, lo que equivale a unos US$90.000 millones. Fabricantes de autos estadounidenses exportan más de US$30.000 millones desde México a EE.UU y fabricantes japoneses otros US$13.000 millones. Por cada vehículo que un estadounidense compra en su país, un tercio del valor es creado por piezas y trabajadores mexicanos. De todas las importaciones mexicanas de productos intermediarios, cerca del 60% abandona nuevamente el país como exportación.
Los aranceles van a acabar con estas cadenas de suministro al subir el precio de cada pieza y producto.
Fabricar un automóvil no se trata solo de importar y exportar chasís, motores y piezas de transmisión. Por cada componente, la cadena de suministro puede tener 20 segmentos. Es una tarea compleja que atrae industrias como la electrónica y textil en todo el mundo. Considere el asiento de un auto. Algunas fábricas hacen los marcos, otras producen colchones de espuma y otras se encargan de los circuitos electrónicos que hacen que el asiento se mueva hacia adelante y hacia atrás. Otras plantas realizan el ensamblaje de un asiento que está listo para ser colocado en un vehículo.
Muchos de los costos de la fabricación transfronteriza están escondidos y por lo tanto son incalculables. Los precios de las importaciones no reflejan los productos intermediarios por lo que es difícil rastrearlos a través de datos comerciales. Estos costos ocultos no se volverán aparentes inmediatamente.
Mayores precios producto de aranceles ya le han costado a los importadores y consumidores estadounidenses unos US$70.000 millones, estiman economistas. Eso ha contrarrestado el aumento de ganancias para productores estadounidenses por la guerra comercial.
Aquí está el detalle: una porción significativa de los productos que importa EE.UU. tienen piezas estadounidenses. La proporción es más o menos de entre 40% y 50% para vehículos motorizados exportados desde México a EE.UU. Los aranceles se vuelven más costosos para el país que los aplica cuando las importaciones tienen más contenido local, según muestra un investigación reciente. Eso porque las cuotas repercuten a nivel local y afectan a los proveedores.
Piezas equivalentes a miles de millones ingresan para respaldar a las economías de los estados estadounidenses: Michigan recibe más de US$15.000 millones en productos intermedios de México; Canadá y México despachan US$3.000 millones en piezas a Ohio; Texas importa US$6.000 en partes desde México, Tennessee US$2.000 millones y Kentucky US$1.600 millones, según la Brookings Institution.
En el caso de los fabricantes de automóviles, los aranceles erosionarán las ganancias en cientos de millones de dólares. Aquellos ya vigentes al cierre de 2018 cuestan a las empresas unos US$14.000 millones mensuales en comercio redirigido, según un estudio de marzo. Eso refleja los altos costos de mover las cadenas de suministro. Estos gastos inevitablemente se traspasarán a los consumidores.
Los precios de los automóviles ya están al alza en EE.UU. y los compradores van a economizar más. Casi un tercio de las importaciones estadounidenses de vehículos en términos de valor provienen de México. Las cuotas a importaciones de productos petroleros subirán más el costo de conducir.
Los aranceles de Trump pueden también reducir las opciones para los consumidores si logran que México busque comerciar con otros socios como la Unión Europea. El país mantiene 11 tratados de libre comercio que involucran a 46 naciones. Un acuerdo renegociado con la UE debiera facilitar el movimiento sin cuotas de todos los productos.
Que las guerras comerciales sean fáciles de ganar puede depender de quién paga el precio. En este caso, parece mayormente que serán los consumidores estadounidenses.